A ver, primero hay que entender que existen muchas, muchísimas definiciones de la comunicación, pues ha sido ampliamente estudiada por diversas disciplinas como la psicología, la sociología, la lingüística y la antropología. Si nos ponemos a buscar encontraremos miles de miles de definiciones y veremos que cada una es -de alguna manera- buena.
La palabra “comunicación” frecuentemente se confunde con la palabra “hablar”… sinónimos dice la gente… Aunque los sinónimos exactos no existen. En esta confusión radica la idea de la gente por creerse experta en comunicación.
Si bien es cierto que desde muy niños aprendemos a hablar, a expresarnos y a interactuar con otros, a pesar de que pasen los años, uno puede saber muy poco de comunicación. Basta con observar a todos aquellos que no saben “escuchar”.
Lo cierto es que la comunicación sirve para cohesionar a las personas, a hacerlas amigas entre sí y darles normas de conducta aceptadas por la mayoría; sirve para educarlas y transmitirles conocimientos; sirve para informarlas sobre lo que ocurre en el entorno de vida; y sirve para influir en ellas para que adopten una actitud frente a algo y luego una conducta o comportamiento.
El influir en las personas no es un acto de manipulación pues, en primer lugar, la comunicación no es patrimonio de nadie y todos la podemos usar, y en segundo lugar, todos tenemos la capacidad de hacerle caso o no al que trata de influir en nosotros.
Desde el punto de vista empresarial, o mejor dicho, estratégico, en esta carrera se estudia a la comunicación como una herramienta capaz de generar cambios, tanto económicos como sociales.
Ejemplos de esto abundan… basta con ver un poco de televisión y darse cuenta de las cosas que nos piden que hagamos: comprar tal o cual producto, consumir tal o cual servicio, votar por tal candidato, no usar drogas, vacunar a los niños, donar sangre a los hospitales, dinero a las colectas, etc.
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